Una publicación de The Colorado Trust
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Phillip Douglas (izquierda) le da la mano a un estudiante que participa en el programa de Make a Chess Move, una organización sin fines de lucro que trabaja para empoderar y educar a los adolescentes en Denver enseñándoles a jugar al ajedrez. Fotografía de Joe Mahoney

Violencia

La violencia con armas de fuego es un problema de equidad en salud

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El martes, 28 de junio, a las 2:47 p.m., Jake Williams, director ejecutivo de Healthier Colorado, envió este tuit::

Hay una persona disparando un arma de fuego activamente en el Alliance Center. Si eres uno de mis colegas en el edificio, evacúalo.

— Jake Williams (@thisjw) 28 de junio de 2016

(Hay una persona disparando un arma de fuego activamente en el Alliance Center. Si eres uno de mis colegas en el edificio, evacúalo. — Jake Williams (@thisjw) June 28, 2016)

Williams había escuchado a una mujer gritar y sintió el edificio retumbar con los disparos en el piso de abajo en el Alliance Center, el cual Healthier Colorado comparte con otras organizaciones sin fines de lucro en el centro de Denver. La policía evacuó el edificio y bloqueó el área completamente.

Williams dice que no solo sintió miedo, pero también indignación porque tantas personas tuvieron que pasar por una situación en la que se sintieron impotentes. En una entrevista con el canal KUSA-TV, transmitida en vivo al poco tiempo de los disparos, Williams empezó a decir que las armas de fuego son un problema de salud pública. El reportero terminó esa parte de la entrevista rápidamente y le pidió que mencionara detalles más concretos sobre el ataque.

No fue hasta el día siguiente, cuando murió la víctima del atacante, que estos detalles se aclararon. Cara Russell, la ex alcaldesa de Buena Vista y directora ejecutiva de la Asociación de Colorado para el Reciclaje, había sido asesinada con un arma de fuego por su esposo, Mickey, quien luego se suicidó. La Señora Russell había iniciado recientemente el proceso para divorciarse.

El poder de los ataques con un arma de fuego es que pueden pasarle a cualquiera: tus colegas, tus vecinos, tus amigos, tu familia, a ti mismo/a. Los ataques masivos con armas de fuego, como los que sucedieron en el cine en Aurora y en la escuela preparatoria de Columbine, nos han acostumbrado a pensar en rutas de escape, escondites y cómo mantener a nuestros niños seguros hasta en los lugares más mundanos.

Sin embargo, la mayoría de estos ataques no son al azar. Usualmente los atacantes tienen un blanco en mente, como sucedió con el asesinato en el Alliance Center. Hasta los ataques masivos con armas de fuego usualmente se centran en una familia, un grupo o una organización, como los empleados de Planned Parenthood en Colorado Springs en noviembre y la comunidad homosexual latina en Orlando en junio.

Dos días después de que asesinaran a Russell, las personas que trabajan en el Alliance Center pudieron regresar al edificio. Yo hablé con Williams y le pregunté qué más quería decir sobre las armas de fuego como un problema de salud pública. Healthier Colorado nunca se ha involucrado en asuntos relacionados con las armas de fuego, y él resaltó que la organización no ha tomado una postura pública. Habló desde su perspectiva personal y como el director ejecutivo de una organización que promueve políticas para mejorar la salud de los residentes de Colorado.

“Este problema se puede examinar desde varios ángulos”, dice Williams. “Y sin importar qué ángulo sea, es un problema de salud pública”.

Primero, dice, está la salud mental. A veces, las enfermedades mentales pueden contribuir a los ataques con armas de fuego. Y claramente, después de los ataques, los sobrevivientes y testigos usualmente sufren [mentalmente].

Luego, Williams agrega, “hay un obvio problema de mortalidad, con la distribución masiva del instrumento necesario para matar fácilmente a las personas. Cuando examinamos a los Estados Unidos en comparación con otros países, la variable de la disponibilidad de las armas de fuego está marcando una gran diferencia con respecto a la tasa de violencia [asociada con dichas armas]”. (Para más detalles en inglés sobre este punto, haz clic aquí.)

Por último, Williams señala que, mientras que la atención de los medios de comunicación generalmente se enfoca en los homicidios con armas de fuego, los suicidios son más comunes.

En Colorado, según este informe en inglés de noviembre de 2015 producido por el Departamento de Salud Pública y Medioambiente de Colorado, 78 por ciento de las muertes con armas de fuego son suicidios. Los intentos de suicidio a veces son por impulso; la disponibilidad de armas de fuego, instrumentos letales e irreversibles, puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Ciertamente, solo tener un arma de fuego en el hogar está asociado con un mayor riesgo de suicidio para todas las personas que viven ahí.

Si las armas de fuego son un problema de salud pública, también son un problema de equidad en salud.

El suicidio afecta desproporcionadamente a las comunidades rurales en Colorado. La Oficina estatal para Prevenir el Suicido está implementando el Proyecto de Tiendas de Armas de Fuego en cinco condados con altos porcentajes de suicidios con armas de fuego: Delta, Mesa, Moffat, Montrose y Routt. El objetivo es educar a los dueños de armas de fuego y a las personas dedicadas a prevenir el suicido. La Oficina ya recomendó expandir el proyecto en otros condados.

Mientras tanto, los homicidios con armas de fuego se roban la vida de los varones jóvenes negros con una regularidad terrible. A nivel nacional, más de 15 hombres negros al día son asesinados con armas de fuego. Casi 81,000 hombres negros fueron asesinados con armas de fuego entre 2001 y 2014, en comparación con 29,000 hombres blancos no hispanos; estas cifras no incluyen a aquellos que murieron a manos de la policía. En comparación, en las guerras de Irak y Afganistán han muerto menos de 7,000 ciudadanos estadounidenses de cualquier raza o género. Los varones jóvenes negros tienen una probabilidad cuatro veces mayor a la de los hombres blancos de la misma edad de morir asesinados con un arma de fuego.

En Colorado el año pasado, 30 por ciento de todas las víctimas de un asesinato fueron personas de raza negra. Menos del 5 por ciento de la población total en el estado es de raza negra.

Los efectos también son secundarios. En algunas partes de los Estados Unidos en donde las tasas de crímenes violentos son altas, el efecto del trastorno de estrés postraumático entre los residentes pueden parecerse al que encontramos en zonas de combate. El trauma durante la infancia, incluyendo ver y vivir la violencia, puede ser especialmente dañino para los niños.Puede resultar inmediatamente en trastornos del estado de ánimo, problemas controlando el impulso, dificultades con el desempeño escolar, y, a largo plazo, causar enfermedades cardíacas, desordenes psiquiátricos, inmunológicos y gastrointestinales, además de otros problemas de salud. La violencia con un arma de fuego le roba vida a más de una víctima.

El viernes de esa semana, en una oficina luminosa frente a Skyland Park en el vecindario del nordeste de Park Hill en Denver, el líder de una organización sin fines de lucro llamada Make a Chess Move (MACM) sacó un tablero para jugar al ajedrez.

“De este lado de Colorado Boulevard están los Bloods”, dice Phillip Douglas, señalando el lado este de la calle. “De este lado, están los Crips”.

Douglas se crio en el territorio de los Crips. La brutal economía de la epidemia del crack cuando era niño pareció dar espacio solo para los agresores y sus víctimas. Su padre murió de alcoholismo. Su madre murió por el crack. Él vivió con su abuela. Sus primos y hermanos eran Crips, y Douglas quería vivir esa vida. Quería los zapatos de moda y la vida de lujo.

Las armas de fuego siempre estaban presentes. Su primera memoria es de cuando tenía cinco o seis años, viendo a través de la puerta de un armario cómo su prima le disparaba a su novio abusivo. En 1993, una bala perforó el cráneo de su hermana de 15 años, embarazada en ese entonces con su segundo hijo, dejándola paralizada en un lado de su cuerpo; ella vivió hasta los 29.

Desde entonces, Douglas ha perdido la cuenta de cuántas personas conocidas han terminado heridas o muertas debido a un arma de fuego. Demasiadas para contarlas. ¿Quizás 15 en el último año?

Durante su infancia, Douglas no recuerda haber tenido miedo. Recuerda sentir curiosidad. “Me podrías haber dicho lo caliente que estaba la estufa. Pero yo quería comprobarlo por mí mismo”, dice.

Sin embargo, Douglas dice que nunca se unió a una pandilla; su familia tenía otros planes para él. Se graduó de la preparatoria en 2002 y estudió en la universidad por un par de años. También estuvo en la cárcel, cuando la policía arrestó a varios pandilleros en busca de su primo, quien lideraba un grupo de vendedores de cocaína y con quien vivió por varios años. Dice que solían despertarse en una casa gigante en Green Valley Ranch e ir al centro comercial a comprar ropa para el día. Solo porque podían.

Douglas reconoce los mismos impulsos encontrados en algunos de los jóvenes con quienes trabaja. Su organización capacita a niños de escuelas secundarias y preparatorias para que les enseñen a niños más pequeños, a partir de kindergarten, a jugar al ajedrez. Make a Chess Move ha implementado su programa en nueve escuelas hasta ahora, dice Douglas, y espera ampliar su trabajo en 15 escuelas más este otoño.

“En la escuela primaria, secundaria, preparatoria, ahí es cuando los niños pasan por estas cosas”, dice Douglas. “Ahí es cuando matan a su primo, su mamá [tiene una sobredosis de drogas]. Algunos niños perseveran y se gradúan de la preparatoria. Ahí es donde quiero concentrar [mi trabajo]”.

Como lo ha sido para Douglas, el ajedrez ofrece una manera para que los niños procesen eventos estresantes, como el asesinato de un amigo, y se conecten con la comunidad de manera saludable, para pensar críticamente.

Ta’Rell Burton era uno de sus estudiantes de Manual High School, un niño cuya familia Douglas conocía muy bien en el vecindario. Douglas invitó al niño para que se convirtiera en capacitador con MACM, pero nunca logró reunir el dinero suficiente para pagarle.

Hace un año aproximadamente, cuando tenía 17 años, Burton publicó una foto en Facebook de sí mismo con un bebé regordete colgando de su pecho en un canguro de tela: su hijo.

“Tengo el mismo canguro”, comentó Douglas en la foto en línea. “Tú sabes que tuve la cara de mi hijo toda ahí apretada antes de darme cuenta de que se dobla y abrocha al frente. Tenía mis brazos donde está su cabeza, así que sus brazos estaban levantados todo el tiempo. LOL. Pensé que estaba haciendo algo. Parece que leíste el manual. Te veo. Ese es tu camino ahora”.

Burton nunca logró elegir su camino. En marzo lo mataron a balazos en Park Hill. Dos hombres que conocía están acusados de su asesinato.

“He estado llorando tanto”, dice Douglas. “No pude evitar culparlo; me di cuenta de que estaba culpando a Ta’Rell por haber estado afuera en la calle”.

Pero luego se pone a pensar en la manera que se culpa a los oprimidos por el sistema que el opresor construye. Y recuerda que Burton solo era un adolescente, “luchando todavía contra el acné”, agrega Douglas.

Para Douglas, el debate sobre el control de las armas de fuego pareciera ser mucho ruido y pocas nueces.

“No sé qué van a hacer para sacarlas de la calle”, dice. “Conozco a personas que no van a deshacerse de sus armas”.

Y, de todas formas, dice Douglas, no resolverá el problema de las grandes diferencias raciales en los porcentajes de estudiantes que se gradúan. En el año escolar 2014-2015, 64 por ciento de los varones negros se graduaron en Colorado. El porcentaje de jóvenes blancos que se graduaron fue del 80 por ciento. Douglas lo ve todo conectado: la manera en que las escuelas les fallan a los estudiantes negros, la falta de oportunidades afuera de las pandillas, la marginación.

La Doctora Beverly Kingston es directora del Centro para el Estudio y la Prevención de la Violencia en la Universidad de Colorado en Boulder. El centro estudia los factores de riesgo que llevan a la violencia y trabaja para intervenir. Sus estudios han encontrado respuestas similares a lo que la experiencia le ha enseñado a Douglas.

“Si tienes toda una comunidad a tu alrededor con altos índices de pobreza, estás expuesto a las drogas y la violencia, eso te pondrá en mayor riesgo”, dice Kingston. “Si no abordamos las causas principales de la violencia, no vamos a llegar a ningún lado”.

Su centro lidera un proyecto en el vecindario Montbello de Denver que busca prevenir la violencia juvenil. Las intervenciones pueden empezar aún antes que nazca un niño. Las visitas a domicilio de una enfermera para ver a una mujer embarazada o madre primeriza, como las que ofrece el programa Nurse-Family Partnership, pueden ayudar a prevenir la violencia en el futuro de un niño. (The Trust es un ex patrocinador del programa Nurse-Family Partnership en Colorado.) Los programas escolares que promueven estrategias para pensar de manera diferente y ofrecen apoyo familiar también ayudan, dice Kingston.

Si le preguntas a Douglas, la solución es jugar al ajedrez.

Un sábado dos semanas después de haber hablado con él por primera vez, Douglas organizó un torneo de ajedrez en el nordeste de Park Hill para los niños de MACM. La sala estaba decorada con globos azules, rojos y morados, mostrando a los colores de las pandillas reunidos en armonía.

Sir Martin, un cofundador de MACM, habló sobre por qué abandonó a las pandillas después de haber empezado la preparatoria formando parte de los Crips.

“Nunca pensé en las consecuencias o repercusiones, como la muerte o terminar en la cárcel”, dijo. “Vi a mi compañero morir a balazos en estas calles”.

En su experiencia, dijo más tarde, cargar con una pistola hace menos seguras a las personas. Y las pandillas no luchan por ningún objetivo que valga la pena.

El sobrino de 14 años de Douglas, Imari Hicks, ganó el segundo lugar en el torneo. Hicks dijo que la mejor parte, y la más difícil, es tratar de adivinar lo que el oponente está pensando. En la vida también es así, agregó.

“Tengo que pensar sobre la manera en que las personas están tratando de ayudarme y entender eso”, dice Hicks. “Y también si las personas están tratando de rebajarme, cómo luchar contra eso”.

Desde que había hablado con Douglas por primera vez, hubo más asesinatos notorios con armas de fuego en el país: la muerte a balazos a manos de la policía de Alton Sterling en Baton Rouge, Louisiana, y de Philando Castile en Falcon Heights, Minnesota. Y luego las muertes a balazos de los policías en Dallas y Baton Rouge.

“La violencia solo causa más violencia y somos un mejor país que ese; somos mejores personas que esas”, les dijo a los residentes de Denver el alcalde Michael Hancock en uno de los múltiples discursos públicos compartidos después de lo sucedido en Louisiana, Minnesota y Texas.

Douglas habla con su terapeuta sobre este tipo de cosas: “Es traumático”, dice. Le preocupa que a sus hijos los ataque la policía, cómo protegerlos contra eso; igual que en el resto del país, las personas de raza negra y los hispanos mueren desproporcionadamente a manos de la policía en Colorado. “Hay cosas que no deberías tener que hacer para sobrevivir”.

Pero Douglas agrega: “Tengo que preocuparme de limpiar mi propio patio trasero”.

En su “patio trasero”, los niños se sientan en fila en mesas rojas y azules enfrentando a sus oponentes y se concentran silenciosamente jugando partido tras partido de ajedrez.

Kristin Jones

Escritora y editora independiente
Denver, Colo.

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